Tuesday, January 8, 2013

El huevón huevón se queda.


El pequeño Jimmy siempre se consideró una persona brillante pero floja. Creativa pero sin motivación. Toda su vida la pasaba diciendo que lo único que a él le faltaba era un poco de motivación y disciplina para demostrar su genialidad. El pequeño Jimmy se aventuraba a llamarse “el genio de su generación”. Como muchos adolescentes, perdía horas en la computadora y sólo conseguía calificaciones mediocres en sus estudios. Pero de alguna forma lograba sobrevivir en el mundo.

Un buen día Jimmy se encontró una lámpara mágica y la frotó. Apareció un genio que lo recompensó con un deseo. Jimmy no tuvo que pensarlo, y rápidamente exclamó: “Quítame lo flojo y lléname de motivación”. El genio accedió. Inmediatamente Jimmy se sintió lleno de energía, capaz de hacer cualquier cosa, así que regresó a su casa lo más pronto posible.

Jimmy se sentó por horas y horas, pensando en algo por inventar, en alguna forma de gastar todo ese potencial. Al cabo de un tiempo, Jimmy sólo pudo pensar: “debí haber deseado ser millonario”.

Nunca tuvo una buena idea. No era tan brillante como creía.

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